Hoy deseo hablar de esta imagen maravillosa, que con tanto esmero recorté para destacar su detalle hace tiempo atrás y que no he tenido oportunidad de referirme a ella con la seriedad que se merece.
Alguna vez decidí compartir esta imagen, sin mucho éxito en facebook; en donde pasó a ser un mero adorno sin pena ni gloria, la cual finalmente terminé borrando. La imagen corresponde a la puerta central de la fachada de la catedral de Nuestra Señora de París, Francia. En su fachada principal cuenta con 3 puertas, sobre las cuales desarrollan 3 temas diferentes, los cuales son ricamente representados con esculturas. Por esta razón cada puerta recibe un nombre diferente, a saber la Puerta de la Virgen, la Puerta de Santa Ana y la Puerta del Juicio Final, cuyo detalle pretendo abordar en esta publicación, con el fin de desvelar la simbología en ella.
Antes de emprender esta labor, reconozco que pese a que nací en un hogar de confesión católica, no me considero un laico. Hace tiempo descubrí que el verdadero reino de los cielos está en tu interior y que no es necesario contar con intermediarios para alcanzarlo. No obstante, he sido una persona con el mal sano interés de entenderlo todo, lo cual me ha llevado a bucear en las profundidades de lo misterioso. Y como no, para entender a los hombres y a las mujeres que construyeron esta catedral (1163), uno debe pensar e inclusive, tratar de sentir su espiritualidad y devoción. Esto solo es posible leyendo las crónicas y textos de varias épocas, siendo indispensablemente conocer la biblia, pese a no ser un texto disponible oficialmente para ese entonces, ya que era prohibida para los laicos y motivo de persecución por parte de la Iglesia Católica de Roma.
Quizás se pregunten sobre mi interés en particular sobre esta catedral, pese a que no me considero una persona religiosa. Este lugar es obligatorio para todo turista; no obstante, el turista promedio pasa ajeno ante la riqueza de símbolos y representaciones alegóricas que guarda el edificio. Para la mayoría de las miles personas que pasan diariamente por ahí, estos detalles son meros adornos. Sin embargo, para la pequeña minoría de "entendidos" que hayan podido pasar por ese lugar, saben que las paredes literalmente gritan mensajes. Si lo comprendes, te das cuenta que te están hablando desde el pasado. Esta edificación, no es un edificio cualquiera ni mucho menos un lugar elegido al azar. Ahí radica mi fascinación sobre este sitio.
La ultima vez que estuve ahí, ocasión en que tomé la fotografía que destaco arriba; dispuse unos cuantos minutos a imaginar más de dos mil años de historia. Cerré mis ojos y traté de llegar a aquellos días en que los Druidas llevaban a cabo sus ceremonias en ese mismo lugar, las cuales se venían celebrando desde tiempos ancestrales. Luego, sentí a la Roma Imperial conquistando a los Galos, imponiendo sus leyes y su credo, al mismo tiempo que construían en este sitio un magnifico templo en honor a Júpiter. Mi imaginación pudo llegar a aquella primera iglesia cristiana que se construyera 500 años después de Cristo, por un imperio romano en decadencia y que había abandonado a todos sus dioses, volviéndose cristiano. También había pena en este lugar, ya que fue ahí mismo donde estaba parado, cuando estando aún en construcción la actual catedral, fueron quemados vivos Jacques de Molay y los Caballeros Templarios (1314). Y claro está, imposible no imaginar lo sucedido en la celebre auto coronación de Napoleón Bonaparte como emperador, bajo la bendición forzada de un retenido Pio VII en 1804.
Ahora deseo llamar la atención de las personas que me leen, sobre lo que cuentan las esculturas del alto relieve de la puerta del Juicio Final, ya que este era el objetivo principal de esta publicación. Quizás luego pueda escribir algo más sustancioso sobre este lugar y su historia.
Como lo indiqué arriba, al momento de construirse esta catedral no se hallaba disponible el texto bíblico como actualmente se dispone. Sin embargo, la persona que ideó este alto relieve, parece ser que tenía un profundo conocimiento de los textos bíblicos. Los constructores de esta y de otras catedrales góticas no eran personas religiosas sino constructores, albañiles, personas sencillas y muy hermanadas entre sí, para hacer frente a tan monumentales retos. Si se mira con atención, aún es posible reconocer sus marcas personales en cada piedra de la catedral.
La escena alude al libro del Apocalipsis, al Juicio Final. A la derecha, el arcángel Miguel, el cual es el encargado de hacerle frente a Satanás (Apocalipsis 12:7-9), sostiene una balanza en donde habrá de determinar el peso de los actos, palabras y pensamientos en la vida de cada persona. Míralo bien, su balanza tiene dos extremos, uno que permite identificar a la persona justa pese a los intentos del mal de inclinar la balanza en su contra. Es infalible. El fin de todo es inminente, el diablo anda suelto y ha venido por los pecadores, sin importar si estos fueron soldados, reyes, religiosos, ricos o pobres. Para aquellos constructores todos somos iguales ante los ojos de Dios, sin importar la posición social o el cargo que se ocupe. Sin duda, una propuesta muy desafiante para la época. Estos condenados son ceñidos bajo la misma cadena (El pecado) de manera que no hay escapatoria, el mal los conduce por igual al infierno. A parte, la escena es coronada por la promesa del altísimo, quien prometió hacer descender una "Nueva Jerusalén de Oro" para aquellas personas que han logrado la salvación, los cuales han sido coronados como reyes y miran esperanzados su definitiva morada celestial. Aunque la escena representa la batalla final entre el bien y el mal según el Apocalipsis, lo que trata de decirte es que esta batalla sucede en tu interior todos días y que al final, todo lo que hagas, pienses o digas será considerado. Sin duda alguna esta escena te invita a reflexionar de que lado estas y cuales han sido tus esfuerzos en la vida por lograr la salvación o la condenación, o mejor dicho si obras el bien o mal, invitándote a tener consciencia sobre la calidad de tus actos, palabras y pensamientos. Sin duda alguna, una escena que sí la comprendes, no te dejará indiferente.
Gracias por leerme.