viernes, 4 de marzo de 2011

Una escapada de trabajo por Guanacaste (02/03/11)

La misión siempre es clara para mí: desplazarme a cualquier punto del país, reunirme con familias, brindarles información, evacuar sus dudas, determinar riesgos supone el medio ambiente, conocer cómo viven, cómo es la vivienda y hacer recomendaciones sobre posibles modificaciones. No obstante, para mí reservo algunas cosas que buscar: paísajes que fotografíar, construcciones que conocer, historia por conocer, objetos que coleccionar, comidas por probar y sobre todo, gente nueva a quien conocer, escuchar voces nuevas y diferentes, con historias por contar, con problemas por exponer... en fín, con realidades distintas a la de este servidor.

Sí bien la pasada gira significó unas tantas horas de sueño extra mientras nos desplazabamos, significó también, escuchar algunas cuantas historias de quienes me acompañaban. Por otra parte, el clima y el paisaje seco invitaban a reflexionar sobre la vida misma principalmente en aquellas cosas y aquellas personas a las cuales las arenas del tiempo han cubierto de tanto en tanto.

2 visitas a dos familias distintas, 2 realidades diferentes; sin embargo, en ambas se respiraba esa inconfundible atmósfera guanacasteca, en donde la materia etérea que se exparce alrededor inspira cariño y simpatía por las gentes sencillas y hospitalarias.

La primera de ellas, una familia de artesanos, orgullosos guanacastecos, de espíritu noble, amantes de la tranquilidad y la sencillez. Nos abrieron su casa y escucharon atentamente mis palabras y recomendaciones. Una vez hecho esto, dediqué mis siguientes pasos a complacer mi curiosidad.

Desde hace 3 años, la señora ha enfrentado una enfermedad grave, la cual no hace mella en su espíritu y se pone junto a su marido a hacerle frente a la vida, confeccionando artesanía. No obstante, no solo la enfermedad ha golpeado recientemente a esta familia: la crísis internacional ha hecho que los turistas ya no se aventuren tanto por los ámbitos rurales del pintorezco Guanacaste sino que se limitan a conocer sus playas y los hoteles que se ubican a pocos pasos de las mismas. También, les resulta difícil colocar sus artesanías fuera de la comunidad y recurren a terceros a quienes deben vender sus mercancías a un precio menor. Estas circunstacias ha hecho que la prosperidad del turismo se aleje poco a poco de su comunidad. Por esta razón, esta pareja se ha visto en la necesidad de hacer trabajos diversos entre ellos "jornalear".

El esposo acompañó a su esposa durante toda la visita, se notaba la preocupación ante las cosas que yo explicaba y aunque ocasionalmente hundía su frente como tratando de ordenar toda esa montaña de informaión, no dudaba en brindarle su apoyo tomándole de la mano o haciendo una mirada cómplice de apoyo.

Posterior a nuestra conversación, encontré un espacio para conversar junto a este artesano, el cual no dudó en recalcar su amor por el oficio, el cual heredó de su abuela, la cual no solo le enseñó a modelar el barro sino que hasta le dejó sus herramientas, las cuales también le fueron heredadas a ella por un ancestro lejano. Con orgullo me mostró su trabajo y me indicó cuál era su inspiración para decorar las vasijas, los jarrones y otras piezas. "Me inspira la tierra, los antiguos Chorotegas", me dijo. Tenía toda la razón, los dibujos bien logrados de las piezas recordaban el arte mesoaméricano de los mayas o aztecas. No obstante, volvió a hundir su frente en el piso cuando con aparente tristeza me dijo que probablemente su oficio moriría con él, ya que su hijo tenía otros intereses en la vida y pese a tratar de enseñarle, este le rehuía y le manifestaba abiertamente no solo su aversión por la alfarería sino por estudiar. Brindando algunos consejos de rigor me retiré, compartiendo su tristeza ya que sabía este noble hombre tenía razón.


Este el horno donde se "cocinan" las piezas


Estas son las piezas de artesanía

Posterior a despedirnos de esta familia y de camino a otro lugar un tanto alejado, en donde nos encontraríamos con la segunda familia; no podía evitar seguir pensando en cuanta razón tenía ese artesano al hacerme partícipe de su pena. Tiene razón, lo nuestro es desplazado por un consumismo alienante. Hoy quizá sea más rentable simplemente servir bebidas y asear cuartos de los extranjeros, a los que poco o nada les importa si el lugar que visitan tiene o no alguna historia que contar. Creo que este artesano pese a las vicisitudes de la vida, es un hombre de fibra estoíca, orgulloso de quien es y de donde viene. Ojalá y hubiesen muchos más como él.

El pasado diciembre, cuando visité Guanacaste con propósitos vacacionales; noté muchos carteles (más que los usuales) que ofrecían terrenos donde vivir, principalmente a los extranjeros (Ya que ninguno estaba en español). En esta ocasión, confirmé que la pampa entera se encuentra en venta. No solo unos cuantos lugares sino que casi todo Guanacaste. No obstante, aún quedan estampas de ese Guanacaste mágico que cautiva: los sabaneros, el ganado, la vegetación seca y polvo volando encima de sus cabezas.



La segunda familia que visitamos, se puede decir que era una familia matrialcal. Una escena lo describe todo: nosotros, sentados frente a la señora y el resto de la familia a un lado, muy callados y muy recogidos. La señora estaba sentada en una hámaca escuchándonos, articulando frases cortas y observándonos con unos enormes lentes oscuros. Se mecía levemente, recostando su cabeza sobre su mano, la cual apoyaba sobre el borde de la hamaca. En fín, ella parecía precidir la sesión. Todo lo que hicimos guardó fiel semejanza con la familia anterior.

En mi propia exploración, me llamó la atención la cantidad de gallinas que habían en el patio. Cerca de 70 aves "tomaban el sol" de la tarde mientras se bañaban en generosos cúmulos de tierra. Pese a la inclemencia solar (que francamente tanto mella hace en mí) las gallinas y los gallos se encontraban muy plácidos, dándole calor a sus plumas.

Una de las recomendaciones producto de la visita fue eliminar a las gallinas. A lo cual, uno de los familiares lamentó el hecho de hacerlo y tener que recurrir a la "pulpería" más cercana para adquirirlos. Tenía razón, no es lo mismo consumir huevos producidos mediante pastoreo que huevos que provienen de gallinas mutantes, que desdichadamente se encuentran estabuladas.


Este Gallo parecía no importarle que el termómetro marcara 38º


Las gallinas retozaban alegremente bajo el sol mientras tomaban baños de tierra.


Esta es una estampa próxima a desaparecer

Despuntando la tarde, cerca de las 5 y 30 minutos antes de comenzar con el regreso y entregarme a varias horas de sueño forzoso, nos detuvimos a hacer un almuerzo-cena, sin saber que volvería a Cartago a las 11 p.m.