domingo, 15 de octubre de 2017

Una de terror




Ante todo, me confieso un ignorante, uno al que desgraciadamente le apasionan los misterios. Decir que uno es un curioso es un piropo para el ego, pero siendo honesto; hace años vengo dándole cabeza a circunstancias que no se ajustan a lo cotidiano. Me gusta decir que el ejercicio más sano que se puede hacer a diario, es dudar y muchas veces, aparecen relatos en la vida que hacen cuestionarte sí más allá de lo que creías, existe algo más que no está contemplado entre tu sistema de creencias así como, plantearte si estas creencias son un obstáculo para conocer la verdad sobre las cosas. 

Desde hace un tiempo atrás, tengo por costumbre aprovechar esos momentos en los que estás en frente de una persona que probablemente sabes que no volverás a encontrarte más en la vida, o bien; es una persona a la cual normalmente no tendrías contacto y que en ese momento justo, se une a la conversación porque “casualmente” conoce a alguien en el grupo. La pregunta de rigor siempre es la misma: ¿Te ha sucedido algo inexplicable para vos, algo que consideres que no es normal? Las respuestas que he recibido son un reto a mi ignorancia, principalmente, porque me he resistido a brindarles una explicación “racional” y limitarme tan solo a transcribir lo escuchado, tratando de evitar contaminar con mi opinión, lo que tan desinteresadamente me han compartido.

De esta manera, conocí a una novia preocupada por los fenómenos inexplicables que aquejaban a su novio. Esta historia me la contó la sobrina de un amigo, una chica joven, recién graduada de la universidad que conocí una noche mientras compartía con unos amigos del barrio. Ella, mujer joven de unos 24 o 25 años de edad; cuenta que la abuela de su novio, quien tenía un estrecho vínculo con él; había fallecido recientemente y al parecer, este había soñado con su difunta abuela en varias ocasiones y se encontraba muy asustado por estos sueños. Cabe destacar que este muchacho proviene de una cultura en donde se cree que soñar con difuntos es de mal augurio, en especial, si la persona fallecida le da un beso a la persona que está soñando, ya que le estaría avisando sobre la posibilidad de su muerte próxima. No obstante, esta circunstancia no se había dado y al parecer estos sueños recurrentes se limitaban a “significativas” conversaciones con la “finada” y el novio atormentado, tratando de buscar respuestas le contó a su novia sobre los mismos, revelándole que podía conversar con su abuela y que temía que esta le pudiera avisar que él podía morir pronto; sin embargo, nunca le reveló que tipo de cosas conversaban en el sueño. La muchacha pese a darle poca importancia en un principio, llegó a preocuparse en algún momento, cuando su novio le confesó sumamente consternado que no solo la veía en sueños, sino que ésta podía aparecer mientras estaba despierto y que podía conversar con ella. Sin embargo, no hablaron más sobre estos sucesos con el pasar de los días.

Lo anterior, son tan solo los detalles necesarios para comprender lo que les sucedió tan solo unas semanas después cuando ambos novios se encontraban junto a unas 10 personas más. Al parecer, esta pareja se encontraba en un lugar montañoso, compartiendo una actividad académica en ese lugar. El grupo de personas se encontraba reunido en una casa antigua de madera, cuyas divisiones habían desaparecido con el tiempo y se encontraban acomodando el espacio donde iban a dormir. El ambiente general era tranquilo pero aún era divertido comentar las anécdotas acontecidas aquel día mientras tendían las bolsas de dormir sobre el piso. De pronto los presentes comenzaron a escuchar como una si una estampida comenzara a acercarse, haciéndose cada vez más fuerte el estruendo que traía consigo. Ella lo describe como un camión o un tren que se acercaba a gran velocidad. Todos los presentes se alertaron ante este suceso y se miraron tratando de ver la reacción de los otros sobre lo que estaba pasando. A continuación, ese ruido “entró” a la habitación en donde las personas estaban y la muchacha describe que se escuchaban lamentos, quejidos y gritos, percibiéndose una atmósfera pesada como si algo enorme y desconocido inundase la habitación. Me dijo que “se sentía una enorme sensación de angustia”. Todos estaban paralizados de miedo y ella reparó tan solo en su novio, el cual había caído en un tipo de trance, balbuceando palabras en medio de aquel ruido infernal, viendo perdidamente hacia ningún lugar mientras asentía con su cabeza.  De pronto, lo que sea que había allí se empezó alejar así como vino, al mismo tiempo que el muchacho pareció salir de su trance. Añade que nadie habló nada al respecto y decidieron acostarse con prontitud, afirmando que todos estaban sumamente asustados. Al día siguiente, ella le preguntó a su novio si había visto a su difunta abuela, a lo que contestó que sí pero no quiso compartir lo que esta le habría dicho en esta ocasión.  

Naturalmente, después de escuchar algo así; te preguntas ¿Qué hablaba este muchacho con su abuela? ¿Cómo es posible que la pudiera ver sí ella había fallecido? Mejor no saberlo nunca, cualquier explicación sería provisional y quizá por esa misma razón este novio mantiene al margen a su novia sobre los temas que comparte con su difunta abuela sobre el más allá. Sin embargo, podría darse la circunstancia que alguien al escuchar un relato así, se declare conforme con  achacar un fenómeno así al gran y desconocido poder de la mente, sin que exista una frontera que alcanzar más allá de esta. Quizá sí y quizá no, prefiero no saberlo. Qué puede aportar un ignorante como yo, a algo que no le consta directamente y que sucede en la privacidad de la vida de una persona a la que no conozco. Nada. No obstante, no dejo de pensar en aquellas 10 personas que se encontraban junto a estos novios en ese retiro montañoso y que experimentaron esa pavorosa anécdota, que los marcará por siempre; sin que lleguen a entender jamás que fue lo que aconteció allí ese día.  La “suerte” hizo que quien sabía la clave, me contara primero la historia. 



孟龙